Primera Hora

Habla con “Margaret Thatcher”

UKA GREEN BLOGUERA / COMUNICADORA

“Margaret Thatcher”, le contesté al señor que me preguntó mi nombre al llamarme desde un teléfono desconocido. Antes no contestaba o contestaba y al percatarme de la intención de la llamada colgaba de inmediato, enfurecida por supuesto. Pero últimamente, si tengo tiempo, me divierto tomándole el pelo a ellos. Hasta siento que se me reduce el estrés.

Tal parece que el señor comió gofio y no atendió en las clases de Historia, o no leyó jamás algún periódico, porque no reconoció el nombre de quien fuera Primera Ministra del Reino Unido y quien partió a tocarle el arpa a San Pedro en el 2013.

A veces contesto con cualquier nombre que me venga a la mente y lo anoto por el lado para que no se me olvide durante la conversación. Pero después se me ocurrió utilizar nombres de la historia para que la farsa me resulte más divertida.

El hombre quiere corroborar mi dirección y de inmediato invento alguna. Entonces me pide mi número de seguro social y parece que infarta cuando le digo “¿qué tal si me das el tuyo para yo llamar y corroborar que seas tú quien me está llamando?”. Silencio en la línea…. sospecho que está pensando -y no cariñosamente- en mi santa madre.

Los estafadores están alborotados. ¡Ea rayete! La economía está pelúa, así que se lanzan con sus tretas creativas a buscarse los chavos a cuenta nuestra. Rasca por allí y rasca por allá. Cada día los inventos son más sofisticados, mejor diagramados para tomarle el pelo a quien se despiste y termine cayendo de tonto. Le vacían las cuentas en un santiamén y le dejan el bolsillo lloroso y afligido. En otros casos, logran bloquear las cuentas de banco y la persona entra en un estado de estrés tal, que puede llevarle a sufrir un infarto.

Ya no saben qué más inventarse. Y no crea usted que son gente bruta e ignorante, no, son inteligentísimos para la trampa, aguzados para el engaño y dominan los vericuetos de la telefonía, las redes y la informática. Despliegan artimañas sofisticadas que viajan y se riegan a través de la telaraña invisible de las computadoras y otros aparatos que nos tienen secuestrados y amarrados con lo que se ha convertido en un arma letal, los algoritmos.

Es una cepa de granujas sagaces capaces de inventarse cualquier cosa. A una amiga le hicieron una llamada que reflejaba el número de su banco -que hasta le aparecía registrado en sus contactoscon el cuento de que una transacción por par de cientos estaba atorada. Ella debía confirmar para terminarla. Mi amiga le colgó, y menos mal que pudo salir disparada hacia el banco a revisar sus cuentas porque allá le explicaron que la sofisticación de la trampa es de tal magnitud que ahora hacen llamadas que salen con los números reales de la institución bancaria. Válgame, Cristo amado. Hay que encender el botón de la astucia en nuestro cerebro para no caer de tontejos y presos de los malabares de algún mequetrefe de estos.

Al hombre del cuento no le quedó otra que rendirse y colgarme. Esta batalla la gané yo, bueno, y Margaret Thatcher.

“Tal parece que el señor comió gofio y no atendió en las clases de Historia, o no leyó jamás algún periódico, porque no reconoció el nombre de quien fuera primera ministra del Reino Unido y quien partió a tocarle el arpa a San Pedro en el 2013”

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2023-06-09T07:00:00.0000000Z

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