Primera Hora

El sandwichito de mezcla

UKA GREEN BLOGUERA / COMUNICADORA

¡Guarden el popcorn! Vayan corriendo al gabinete, saquen la jamonilla, el frasco de queso, los pimientos morrones, la licuadora y pongan a batir a su gusto, con leche, sin leche, con sandwich spread, con o sin aceitunas, más ligera o más espesa, como prefiera, hasta obtener esa sambumbia deliciosa con la que embarramos el pan -sobao o de lascaspara confeccionar esa delicia que a los boricuas nos une y nos hermana: los sandwichitos de mezcla.

Es que para observar las cosas que pasan en este país ya no es suficiente atragantarse el candungo de palomitas de maíz y lo único que nos puede salvar la coherencia y evitar que nos dé un arrechucho, son esos sandwichitos cortados en triángulos o en cuadritos, cómodamente acostados en una bandeja -que antes colocaban al lado de la bola de jamón cubierta de queso, la ensalada de papa, el jamón con piña y la rimbombante bulera- que no dura, porque los devoramos de un charrascaso y con pasión. En el peor de los momentos, para aliviar las penas del alma y el corazón, hasta papitas de bolsa insertamos en medio de esas dos lonjas de pan generosamente untadas que aplastamos hasta sentir el crujir que nos anuncia que ya podemos meterle el bocado.

¿Que por qué esos sandwichitos de sabrosa mezcla nos alivian las penas y nos salvan la coherencia? Pues porque nos hacen viajar al pasado, a ese tiempo en el que los cumpleaños se celebraban picando un bizcochito, en el que se formaba una fiesta con un queso de bola, un salchichón y un botellón, y en el que brindar con cidra bien friíta era un lujo de gran categoría. Todo era tan simple y éramos tan felices…

En aquellos tiempos no ocurría tanto boyete, tanta escaramuza, tanta picada de ojo entre los políticos que se supone que nos representen y que hagan el trabajo por el cual se les paga: proteger el bienestar de quienes vivimos en este país. Sencillito, pues velar por nuestros intereses. De un tiempo pa’ acá se ha desencadenado un peliculón de la vida real -es más, un “reality show”, pero bien, bien “reality”- cuyos protagonistas se sirven favores con cuchara larga y ancha, se embolsillan el dinero que remediaría las necesidades de las comunidades y, para coronar, se arrancan las cabezas entre ellos y sin piedad.

Seguramente, los despilfarros y charlatanerías ocurrían en tiempos de antaño -por supueeestoooopero nos manteníamos bastante enajenados de los mínimos detalles, porque no existían esas redes sociales que hoy día nos levantan con reportes, con el ruidito de las notificaciones, con debates entre analistos y analistas y, lo peor, con miles de opiniones porque aquí cada cual tiene algo que decir, un punto de vista que compartir y todos somos expertos comentaristas. Es un espectáculo que comienza al salir el sol y cuyo telón baja -con suerte- cuando se esconde.

Ojo, que permanecer al margen de sabrá Dios cuántas cosas que pasaban no es que estuviera bien, pero por lo menos nos permitía vivir un poco más en salud mental. Porque no sé usted, pero a mí tanto reperpero me pone mal, me saca de tiempo, me desconcentra. Sé de muchas personas que viven angustiados, deprimidos, y lo peor, atemorizados. Y eso, queridos lectores y lectoras, no está bien, para nada bien.

Así que cuando las acciones de la política amenacen con sacarle de quicio, invadir su vida y causarle un ataque de ansiedad que le impida vivir como usted merece, recurra en su pensamiento, o mejor, prepárese un sandwichito de mezcla y viaje, viaje lejos por un ratito. Aunque sea un ratito.

“¿Que por qué esos sandwichitos de sabrosa mezcla nos alivian las penas y nos salvan la coherencia? Pues porque nos hacen viajar al pasado...”

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2022-05-27T07:00:00.0000000Z

2022-05-27T07:00:00.0000000Z

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